Abraza a tu foráneo favorito porque no siempre la está pasando bien… Mudarse de ciudad no es fácil para todos.

Por Ariana Sánchez

No le voy a dar muchas vueltas. La verdad es que mudarse de ciudad es un sube y baja de emociones bastante intenso, pero hay cinco estados emocionales por los que seguramente vas a pasar al irte a vivir a otra ciudad y acá te platico de ellos.

  1. Alegría. Una nueva ciudad o al menos un nuevo hogar es una oportunidad para volver a comenzar, dejar el pasado atrás y conocer nuevas cosas. En mi caso fue en la universidad cuando tuve que dejar la casa de mis papás para vivir más cerca de mi escuela. Me emocionaba mucho la idea de poder hacer lo que quisiera sin tener que estar avisando cuándo, cómo, a qué hora. Tienes muchísimas expectativas y mucha emoción.
  1. Terror. Sin embargo, esa pizquita de alegría inicial no dura tanto, pues de repente entras en pánico y temes dejar atrás todo lo que tienes: tus amigos, tu familia, tu rutina. Te das cuenta de que tienes que dejar tu zona de confort y enfrentarte a quién sabe qué cosas que te esperan en el nuevo lugar. Yo pensaba pero ¿y qué tal qué me enfermo y no hay nadie que me lleve al doctor? Me preocupaba el hecho de no tener a mi familia para apoyarme cuando tuviera problemas, incluso de no tener a mi mamá por la tardes para ver (a escondidas) la novela.
  1. Confusión. Un momento…¿qué estoy haciendo? La neta es que mil dudas te atacan y piensas ¿será esta la mejor decisión? Tratas de convencerte de lo que tienes ahora no está tan mal y tal vez mudarte no sea la desición correcta. Yo llegué a plantearme la posibilidad de seguir viajando en autobuses durante horas para llegar a la escuela. “No pasa nada, puedo comenzar a dormir cuatro horas, con eso me conformo”, pensaba. Para no mudarme inventaba pretextos que me ayudaran a postergar la decisión.
  1. Introspección. Luego llega esa etapa de análisis en los que analizas los pros y contras. Comienzas a pensar fríamente, analizas la situación, ves el lado positivo, te vuelves a motivar pero ahora con fundamentos, ya nada podrá convencerte de lo contrario. Yo empecé a pensar que si me mudaba tendría más tiempo para otros proyectos y podría conocer otra ciudad. Otro pro fue que podría tomar siesta todas las tardes y la mejor parte, haría fiestas por montón.
  1. Aceptación. ¡Tomaste la decisión! y no hay vuelta para atrás. Ahora sólo queda investigar todo acerca del lugar al que llegarás, los lugares que debes visitar, etc. Ya no tienes de otra más que aplicarte. En mi caso fue difícil, y las despedidas no ayudan en nada, pero con el tiempo te das cuenta de que vas a acostumbrarte a tu nueva vida y claro, siempre puedes regresar al lugar que te vio crecer y empezar todo otra vez.

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